miércoles, 31 de agosto de 2011

La verdad? da igual si te vas o si te quedas.  Desprecias la forma en que te amo y el contenido de mi amor.

Desinteresa aquella cosa que haga para cautivar tu atención.  Nunca lo logré, y ciertamente ahora ya no importa tampoco.

Quédate o vete.  He razonado que aunque nunca dejaré de amarte (porque el amor nunca deja de ser) la ilusión se perderá con el tiempo.

La gente se rehúsa a sufrir por amor, por amar.  La gente tonta se rehúsa a sufrir por ese sentimiento.  No digo que uno deba ser masoquista, pero es como pretender conquistar un título sin inscribirse en la universidad y aprobar exámenes.  O es como querer ganar una competencia y no entrenar con esfuerzo.  Es estúpido no estar dispuesto a sufrir, no estar dispuesto a ceder.

Repito: no creo en el masoquismo y francamente pienso que ser feliz es una decisión.  En todo caso, quien quiera ser amado, deberá amar.  Y la experiencia del amor implica des-hacerse y des-aprender aquellas cosas que la sociedad, el dolor y las experiencias vividas por otras personas nos han enseñado.

Sin miedos!


viernes, 19 de agosto de 2011

Historieta

Decidió vestir con su mejor escote y unos tacones de aguja altísimos.  La verdad, el escote era impresionante.  Aplicó alguna crema que lo hizo relucir y se echó un perfume (esos secretos íntimos de las mujeres).

Definitivamente era de esas mujeres sugestivas, pero altaneras.  Era de esas tipas que no son nada importante y que por algunos pequeños logros (tonterías como un buen puesto en una empresa multinacional y varias maestrías universitarias) creen que son mejores que el resto.  No importaba.  Ella estaba dispuesta y yo deseoso.

No habría problemas.  No habría rencores.  Ella quería placer y yo quería dárselo.

La conocí cuando cruzaba la octava calle entre sexta y quinta avenida de la zona 1 de la Ciudad de Guatemala.  Precisamente ahí donde está la Empresa Eléctrica de Guatemala.  Ella iba caminando y observé que había dejada tirada su cédula de vecindad (con eso de los trámites engorrosos para solicitar su nuevo DPI razoné que era justo entregársela).  Fue fría y dijo "gracias, igual ya tengo DPI". Sólo sonreí y le dije, esbozando un gusto por lo que dijo, "de nada".

Ambos continuamos nuestro camino, pero nuestro camino nos conducía por la misma ruta. De esas cosas que uno no sabe por qué suceden.  Sobre la cuarta avenida y sexta calle, cerca de Café De Imeri, se acercó a mí, se volteó y me dijo con acento que me resultó cubanísimo "oye chico, quieres tomar un café conmigo?" Me sentí un poco confundido, pero sin saber de dónde, saqué atrevimiento, vi que era voluptuosa y lo acepté.

Ella bebió un kalhúa en el bar extraño a donde entramos (en realidad no retuve el nombre, pero queda en la séptima calle, entre cuarta y tercera avenida) y yo un capuchino - pensé que sería bueno mantener la cordura, uno nunca sabe quién tiene frente a sus ojos - con un pie de queso y elote.

Conversamos sobre política.  Ella dijo que aún no sabía por quién votar en las próximas elecciones, yo le di algunos argumentos izquierdistas que parecieron no importarle mucho.  Ella se confesó consumista sin ningún problema y que creía que los amargados que piensan lo opuesto, en vez de criticar deberíamos ponernos a trabajar.

Seguimos hablando, ella empezó a perder la coherencia (había pedido dos whiskys) y yo a entusiasmarme cuando hablamos de la superestructura ideológica que corrompe las buenas costumbres y que a manos del neoliberalismo capital nos está destruyendo.

Reímos.  Ella empezó a contar chistes vulgares, yo cada vez sospechaba hacia dónde iba la cosa.  El escote en cuestión (alrededor de él giró toda la conversación, yo lo veía porque me parecía que tenía algo importante qué decirme, qué darme) estaba cada vez más queriendo encontrar su libertad.

El sexo estuvo bien.  Pero no fue tan importante como aquellas cosas que aprendí:

Una mujer siempre consigue lo que quiere.
Una mujer es bella, siempre, no importa su estado.
Una mujer, al igual que cualquier hombre, piensa en el sexo constantemente, pero es menos obvia, más sagaz y menos vulgar.

Nunca más la he vuelto a ver.  Aunque admito que la encontré en Facebook, le envié mi solicitud de amistad.  Aún no la ha aceptado.  

miércoles, 3 de agosto de 2011

De la libertad

Como periodista una de las cosas que más disfruto es la libertad de expresión.  Sé las diferentes opiniones respecto a lo utópico que puede resultar esa "libertad".  Todo es relativo.

Pero particularmente en este blog me gusta expresar aquellas cosas que pienso, que siento, que vivo.  He de estar agradecido con los miles que han pasado por estas letras, es verdaderamente importante para mí tal bendición contar con gente en cualquier parte del mundo pendiente de mí y las letras que escribo.

Suelo utilizar el diccionario para asegurarme del significado correcto de las palabras y así no cometer errores en ese orden de ideas.

Pero la libertad es condicionada, SIEMPRE. Uno no es libre de pensar siquiera pues los pensamientos están condicionados por aquellas cosas que permearon nuestra mente desde chicos, de cuestiones políticas, jurídicas o ideológicas.

Uno, dicen, es libre de comer lo que quiera, pero no es cierto, no todos tienen el recurso.

Y eso repercute constantemente en que las personas sientan que "hacer lo que quieren", vivir la "libertad" signifique ser parte del mundo consumista o hacer lo "malo".

No hablo de "malo" desde el punto de vista moral pues eso implicaría revisar la relatividad de eso.  Pero hay cosas que son beneficiosas y cosas que no.  Sería tonto querer justificar por ejemplo el cigarrillo, ése es dañino, por donde se le vea.  Mientras que hacer ejercicio es beneficioso, no cabe duda.

Uno constantemente a las personas que aprecia o que simplemente desea recomendarles lo bueno les dirá que se ejerciten y que no fumen.  Uno les dirá que es de idiotas hacerse daño, IRRESPETANDO así aquello que les daña.

Claro, los tontos consideran que hacer eso es violar su libertad, esa libertad que ellos mismos condicionaron.  Su felicidad y estado de ánimo depende constantemente de agentes externos y no de lo que hay adentro.

En fin.  La estupidez está de moda.