lunes, 23 de noviembre de 2009

Tienes ganas de besarme...

Tienes ganas de besarme – musité con la ceja arqueada y una sonrisa medio pudorosa y medio compasiva –

Pues…esa es la verdad – respondió la chica que se veía limpia, además de sincera y dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias con semejante declaración –



La conocí en una especie de cafetería bohemia donde hay música jazz en vivo algunos días de la semana y ocasionalmente asisten poetas, pintores o gente relacionada con ese tipo de arte. Este lugar está sobre la octava avenida de la zona 1 de la ciudad de Guatemala. Es un sitio relativamente nuevo que está cerca de la Plaza de la Constitución o Parque Central, como prefiero nombrarle.

Era temprano, quizás las 17:00 horas. Yo me acerqué porque siempre había tenido curiosidad por entrar a ese sitio. La vi en la barra sola, bien vestida, con un leve exceso de maquillaje y un escote pronunciado. En realidad no me considero un “casanova” ni nada por el estilo, soy demasiado tímido, no soy de los que “invitan a un trago” a las chicas, pero ése día llevaba un espíritu aventurero, extraño, queriendo hacer cosas diferentes.

Todavía es muy temprano – sugerí acercándome al tiempo que saludé al que servía los tragos como si lo conociera hacía mucho tiempo, pese a que era la primera vez que me veía por el lugar –

Ella se volteó, no dijo algo, solamente sonrió como invitándome a sentarse a su lado (no es exageración).

Saqué mi lado elegante y profesional, charlé en tono serio e inteligente con ella. Me dijo que era psicóloga y que su temperamento era sanguíneo, que necesita un hombre flemático como pareja.

Hasta donde sé, tengo un poco de cada uno de los temperamentos. Sobre todo flemático, colérico y sanguíneo. A veces soy uno y a veces soy otro, lo cual repercute en muchas áreas de mi vida, especialmente a nivel relacional y emocional.

En fin, el punto es que hablamos muy a gusto, me pareció inteligente (cualidad de suma importancia en las chicas que me atraen; ¡bingo!, si alguien quería saber cómo me gustan las mujeres, debe saber que he descubierto recientemente que quienes me han atraído tienen como denominador común, entre otras cosas, la inteligencia) y yo le caí simpático. Reía mucho, sé que tuvimos una buena química. Para entonces, ya llevábamos al menos cuatro tragos en la sangre cada uno. Bebimos algo que nos dijeron que es la especialidad de la casa, no sé qué haya sido, tenía un color similar al cian.

Noté que ella me veía de reojo a momentos, a través del cristal donde depositaron su bebida. Esa mirada me invitaba a salir de ese lugar y buscar un sitio más fresco, pero para entonces la noche se había apoderado de la ciudad y no es una ciudad muy segura en realidad.

De todas formas ella se atrevió.

– vamos a mi carro, quiero platicar y mostrarte algo – se veía despreocupada, como quien no quiere la cosa.
No respondí, sólo asentí. Pagué la cuenta, me despedí.

Justo al llegar al estacionamiento, que era medianamente oscuro y con varias columnas que sostenían el nivel de arriba, ella jaló de mi chumpa con violencia y me puso frente a ella, muy cerca. No hablo mucho, sólo se acercó de forma demasiado excitante.

– quiero besarte – dijo con autoridad

Antes que pudiera decir nada, gritó una carcajada y dijo: lo siento, siempre me aloco un poco, especialmente con los chicos que me gustan. Hace mucho tiempo que te vi por primera vez. Caminabas por los corredores de la universidad y me gustaste, te deseé desde ese instante. Pensé que quizás nunca tendría ocasión de hablarte, muchos meses, quizá años, y hoy, justamente hoy que quería emborracharme para olvidar mi pasado reciente, apareciste con tu barba a medio rasurar y tu propuesta galante de conquistar a la chica de la barra.

No supe qué decir, mi cerebro procesaba a gran velocidad tal declaración sorpresiva.



– tienes ganas de besarme – musité arqueando la ceja.
– pues… esa es la verdad – dijo acercándose de forma intimidante.
– ¿y qué harás al respecto? – propuse con un miedo espantoso.


Sin pensarlo demasiado me besó apasionadamente. Pero quiero hacer énfasis en eso: A-PA-SIO-NA-DA-MEN-TE. Verdaderamente la pasión le brotaba por los poros.

Se trepó de mi cuerpo, se inclinó con vehemencia hacia mí, de tal forma que sus pechos – bien formados – los podía sentir como dos esponjas.

Abrió la puerta del carro como pudo y sin dejar de besarme; estaba descontrolada. De súbito vino a mi mente un sinfín de imágenes del centro histórico, imaginé la Catedral, el Palacio Nacional de la Cultura, los murales de la Biblioteca Nacional y el Archivo General de Centroamérica, visualicé el Portal del Comercio y amé cada uno de esos lugares.



Ella tuvo varios orgasmos. Yo uno, porque los hombres carecemos de esa capacidad.

Amanecí en ese parqueo del centro histórico, desayuné en el Mercado Central con tortillas recalentadas, tostadas, como le gustan a mucha gente; varios frijoles, huevos y un vaso grande de atol de arroz en leche.


No me despedí de ella, estaba demasiado ebria y yo demasiado sobrio. Salí del carro como pude y caminé para la novena calle y novena avenida, frente al Congreso de la República; abordé un bus colectivo hacia mi casa y me dormí el resto del día.

viernes, 13 de noviembre de 2009

De mi paranoia

Me han dicho que soy paranoico. Me han dicho que siempre me hago la víctima. Me han dicho sencillamente loco. Y me han dicho “¿quién te entiende?”.

Me han dicho “te amo” (unas tres o cuatro personas, aunque de forma romántica sólo hay una); he escuchado que me dicen “me gustas” y en realidad todo eso me confunde un poco.

Hace unos días escribí sobre Diana. Razoné que sentimentalmente teníamos algunas cualidades. Sigo creyendo eso, aunque ella a diferencia de mí es lo más normal posible, se ajusta vehemente a las reglas impuestas (o auto impuestas la mayoría de las veces). No digo que es malo ser normal, pienso nada más que hay ocasiones en que debemos hacer lo que queremos hacer y dejar de lado lo que “tenemos” qué hacer.

Ella es un puño de sentimientos. Pero hoy no me interesa hablar de ella, considero que a nadie le resulta relevante, ni siquiera a mí. Ella es un ser que existe, que ocasionalmente se porta agradable y punto. Esa decisión la ha tomado. Por cierto, de entre los epítetos que he escuchado sobre mi persona, nadie me había dicho que me burlaba de “sus cosas”. Normalmente soy el buen amigo que aconseja, pero para ella resulté ser alguien que se burla de su vida; así que nunca más opinaré al respecto.




En fin. Talvez estoy loco, paranoico y soy burlón, pero he decidido reírme de mí mismo siempre. Ser feliz, amar, compartir con mis amigos y sonreír más. He decidido dejar el drama y comprender que la vida es una gran bendición y muy divertida.



Post data. Una chica me regaló una vez un huevo de cera, siempre quise saber por qué.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Esto lo escribí en la semana del 2 al 11 de noviembre de 2009:

Siento estrujado el corazón.

Cierro los ojos antes de escribir estas letras, pienso en Diana, imagino que cuando ella lea esto sentirá cómo su atención es atraída por leer su nombre acá, al alcance de todo el mundo y saber que estoy hablando precisamente de ella.

¿Por qué hablo de ella? (¿por qué hablo de ti?), pues todavía no lo sé.

Ayer recibí un correo electrónico de una amiga, que coincidentemente fue mi novia. Hablábamos de una chica que es mi amiga y que quiero que sea mi novia. Escribió algo así como esto: “estoy convencida de que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, siempre hay un propósito”.

Y pensé en Diana (sí, pensé en ti, o en vos, como dices a veces; me gusta cuando me tratas de vos, te siento como mi hermana, mi amiga). Pensé en ella porque creo efectivamente es una de esas personas que no llegó por casualidad a mi vida. En mi alma se abriga el sentimiento de que el mismísimo Dios quiere hacer algo en ella, cambiar su manera de pensar.

Diana es una chica que conocí hace unos ocho años aproximadamente. En realidad no la conocí ni la conozco tan bien, sólo supe su nombre, la veía de lejos y me parecía inteligente, a parte de asombrosamente seria. Ella en realidad daba la impresión de ser alguien importante, individualista, feminista, divertida, estudiosa, inteligente e inadaptada a los cánones de la mayoría de personas de su edad; parecía que no le importaban las “niñerías” que a los demás, pese a que ella era precisamente sólo una niña. Una niña que se convirtió en mujer. No sé por qué razón ella era así. En realidad yo también siempre fui un niño muy precoz, serio, no jugaba los juegos que la mayoría y prefería hacer “cosas inteligentes” acordes a mi edad, que perder el tiempo en cosas simples “acordes a mi edad”. Y a la fecha es así. Prefiero hacer algo que produzca, que estimule, que parezca mejor; a simplemente pasar el tiempo. Aunque he tratado de convencerme de lo contrario al encender el XBOX 360º que está en la sala de mi casa, el cual por supuesto, no es mío, es de mi hermano.

Pero no me interesa hablar de ella. Sólo ilustro su personalidad porque me parece importante.

Me parece que las personas bonitas como ella (hablo de su personalidad, no de su físico; y no porque físicamente no sea bonita, sino porque es importante aclarar a qué me refiero) deberían ser muy felices. Todo lo tienen controlado, exageran en la perfección de las actividades que realizan, suponen que porque ellas dan su mejor esfuerzo todo va a salir bien y, mis queridos, NO ES ASÍ.

Y hablaba de ella porque es precisamente ella quien me ha hecho tener una retrospectiva de mí mismo. Se parece a mí en algunas cosas (o quiere ser como yo, no lo sé; aunque a juzgar por el desconocimiento que tenemos el uno del otro, supongo que somos parecidos, nada más), tiene pensamientos que en esencia son como los míos, tiene sentimientos que en esencia son como los míos y eso es algo fascinante, bonito, agradable, divertido.

Y creo que ella ama casi con tanta intensidad, pasión y necesidad como yo, lo cual me conmueve. Las personas que tienen la capacidad de amar como ella son especiales, trascendentales, aunque debo reconocer que el amor de ella es egoísta, con un sentido de pertenencia muy alto.

Así que Diana, la chica seria que conocí hace mucho tiempo y que ahora ha aparecido nuevamente en mi vida para bendecirme (espero que yo también bendiga su vida), es así. Se parece a mí en muchas facetas de su vida. Me gusta que sienta, me gusta que duela.

Otra vez: por qué hablo de ella.

No hablo de ella, hablo de mí. Empecé diciendo que siento estrujado el corazón; y se me pone así porque el amor romántico, carnal, hacia otra persona, provoca eso. Amar con tanta vehemencia, dedicación, ansiedad, esfuerzo y necesidad, hacen que se estruje ese músculo que antiguamente se conocía como el cúmulo de emociones, sentimientos y pensamientos*. Y Diana, la chica que se sentaba en unas graditas con gente que parecía odiarme, creo que siente de esa forma. Ella es caprichuda, perseverante, necesita tener lo que quiere, más por el sentido de convicción de poder hacer las cosas, que por cualquier otra razón.

Cuando la veo amar, me veo a mí amando.

Cuando pienso, la veo a ella pensando.

Es una mujer (M-U-J-E-R), bien hecha, con todo lo que esa hermosa palabra implica. Tiene sus fases completas, como la luna. A veces es insoportable, a veces quieres besarla en un atardecer rojizo. Es irregular, como las mujeres intensas. Es apasionada, como sólo las mujeres entienden. Tiene vergüenzas, le da pena la mitad de las cosas que la mayoría hace o piensa hacer y además, por si fuera poco, es una soñadora empedernida como yo. Se ilusiona fácil, como los niños, lo cual es increíble. Me enamoro de la gente que tiene la capacidad de sueños y de asombro.

Yo no estoy enamorado de ella. No siento por ella una atracción romántica ni física ni espiritual a nivel relacional. Hablo de ella y la describo porque se me da la gana hacerlo. Hablo de ella porque es un excelente ejemplo hacerlo. Hablo de ella porque el día que tenía estrujado el corazón, ella apareció en mi mente y apareció porque a momentos pienso que ella también tiene estrujado el corazón cuando ama infelizmente.

Siento que ella siente como yo.

Cuando siento el amor, pienso que ella ya ha sentido eso.

Cuando creo que se me rompió el corazón (siendo muy dramático), pienso que ella ya ha sentido eso.

Ella es sensible, dramática y romántica como yo.

Je, un abrazo Dianita. Salud. Somos historias diferentes que se unieron en alguna parte, ¿cierto?





*Antiguamente “corazón” se le llamaba a la idea del cúmulo de emociones, sentimientos y pensamientos, razón por la que se determinó que “corazón” se le llamaría al órgano que emana sangre para que todo el cuerpo funcione bien. Es en realidad un símil.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Deprimido, triste, arrogante, víctima

Hoy me siento deprimido, triste, arrogante, víctima.

No pregunten por qué. Quizás sólo estoy en mis días difíciles del mes. Todos los tenemos, ¿cierto?

Lamento defraudar constantemente a las personas. Cuando les confieso que padezco de una baja autoestima, las gentes me reclaman, se molestan conmigo.

He escrito dos e-mails a una amiga que amo con toda mi alma para sincerarme con ella porque pues es una persona espectacular que siempre ha estado allí para apoyarme y eso le hace un increíble bien a mi corazón.

Y ahora me siento mejor, al menos siento que comparto la pena que siento. Tengo ganas de estallar en llanto (lo siento), y pues así es esto.



¿Qué me pasa?, ¿por qué estoy así?, pues lo mismo de siempre. Ese amor que se presenta frente a mí, se ausenta frente a mí y se burla de mí.

Pero eso es parte de crecer, hay que ser lo suficientemente hombre para aceptar que te equivocaste, que perdiste, que debe iniciar de nuevo, que debes seguir con el plan de conquista o que debes retirarte definitivamente de él. Y yo he aceptado todo eso.




Chicas, cuando un chico les esté conquistando, siempre sean sinceras y háganles saber sus sentimientos, pero por favor, estimulen su sentido de cortejo, para que puedan encontrar a "su chica". Si no es contigo, será con otra y tú has servido para acortar su búsqueda.


Chicos, sigamos siendo caballeros, sin aprovecharnos de los sentimientos maravillosos de ellas.


Un abrazo para todos.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Si tú me amases

¿Cuál es mi sueño más grande?, una vida a tu lado.

En realidad, eso es mentira. Mis sueños son muchos más grandes que eso; de lo que no tengo duda alguna es que en cada uno de mis sueños, apareces tú.


Siempre he soñado una casa de campo, y tú estás en ella.

Siempre he soñado con tres hijos, y ellos te dicen “mami”.

Siempre he soñado con viajar, y tú vas a mi lado.

Siempre he querido conocer gente diferente, y tú lo haces conmigo.

Si tan sólo fuera realidad mi sueño. Si lograra conquistarte, si mis esfuerzos encadenados consiguieran enamorarte. Si tus sonrisas fueran para mí, si las mariposas en tu estómago, las sintieras por mí. Ah… (suspiro), si las pláticas con tu mejor amiga, fueran respecto de mí, si tú me amaras…

Talvez si tú me amaras, yo te odiaría. Quizás si tú estuvieses enamorada de mí, yo te desconocería y te vería como una amiga más. De pronto si tú suspiraras escribiendo mi nombre en el cuaderno de la universidad, yo no sabría tu número telefónico de memoria.

Si tú me amases, talvez yo no lo haría. Porque así es el amor. Porque a ti te tocaría sufrir y a mí procurar “no dañar tus sentimientos ni hacerte falsas ilusiones”.

Si tú me amaras, si yo te gustara, si tú estuvieras enamorada románticamente de mí; talvez yo te odiaría y no escribiría esto.

O talvez, sólo talvez, si la bendición del cielo y el destino divino fueran idénticos a los deseos de mi corazón, si tú me amaras, descubriríamos un mundo distinto, nos amaríamos como la gente no lo ha hecho hasta la fecha, yo te entregaría lo mejor de mí para verte sonreír y derretirme con esa sonrisa que consigue mi felicidad.

Talvez si tú me amases, éste mundo sería perfecto por algunos segundos, ésos segundos en que estoy a tu lado; talvez tú…, talvez tú me amas y aún no lo has dicho…, talvez te gusto y estás esperando el momento indicado para decirlo, como toda una dama…


Pos data. Sospecho que no me amas, pero que pronto me amarás.

martes, 3 de noviembre de 2009

Ideas

Los dos días más recientes, mientras camino por la calle he observado a las personas. Normalmente salgo del edificio donde trabajo, veo a las gentes; unos vendiendo, otros corriendo, algunos caminando con celular en mano gritando carcajadas, pero sobre todo he notado que a nadie le interesa lo que el otro hace; total, no es su asunto.

Pero menciono eso porque a veces vivir se hace monótono. Vamos, venimos, volvemos a ir y regresamos y no pasa nada diferente; todo es igual, no hay variación.

He padecido también recientemente de dolores de cabeza, relativamente fuertes, no sé por qué y a ratos, como en éste preciso instante, pienso en la gente de los manicomios que es forzada a consumir un medicamento que los mantiene emocionalmente estables. Yo evito a toda costa las pastillas, porque me siento farmacodependiente y no me gusta esa sensación.

¿Por qué hablo de cosas tan dispares a la vez?, no lo sé ni lo entiendo. En realidad sólo quería liberar un poco mis ideas, escribir algo mientras espero que el reloj marque la hora para retirarme a mi casa. A veces el trabajo se vuelve tan monótono que no lo soporto; yo padezco de necesitar cambios drásticos todos los días, de estar en constante movimiento y cambio, para sentirme pleno, de emociones fuertes que me hagan experimentar nuevas cosas.

El amor. No sé qué escribir del amor. Pero quiero decir algo que se ha mantenido en mi mente los últimos días: si tú amas a alguien y ese alguien no te ama, vas por buen camino, has encontrado otra persona que no es tu chica o chico ideal, por lo tanto, estás cada vez más cerca de encontrar a ese alguien especial. No es “uno más que no resulta”, en realidad es “uno más que descartas y que por lo tanto te acerca más al elegido o elegida”. No sé si logras ver el punto que quiero transmitir. Es al estilo Thomas Alba Edisson: cada fracaso no era en sí un intento fallido, era conocer una forma más de cómo no generar la electricidad por medio de un bombillo, lo cual concluía en que estaba más cerca entonces. Es algo así como la ley de las probabilidades.

Además, si esa persona no te ama como tú le amas a ella, pues obviamente no es la persona de tu vida, porque el amor (aunque en esencia es dar) también debe ser recíproco.

Ama, da lo mejor de ti.

Sin embargo, tengo una duda: ¿hasta qué punto hay que amar?, hay que luchar, esforzarse, dedicarse a conquistar, es cierto. Pero, ¿hay un límite a caso? O mejor pensar “si no me quiere, otra me querrá”. Buenas preguntas. Quizás hay respuesta.