martes, 29 de septiembre de 2009

Tristemente tú

Volviste a mi mente. Te apareciste así, de súbito, sin avisar ni preámbulo alguno.

Tristemente tú, la misma de siempre. Quisiera que fuera alguien más, sólo para no aburrirte, pero no, eres tú otra vez y soy yo otra vez.

No sé si soy raro, diferente, extraño o si simplemente estoy loco pero mi corazón se encoge y estira al pensar en ti, en lo que me gustaría tenerte sólo para mí, apretada levemente por mis brazos.

Pobre inepto, ridículo, con frases medio cursilescas que no van a ningún lado ni emocionan a nadie. Tristemente eres tú.

Aunque pensándolo bien, si sufro por alguien, si pienso en alguien, es un placer que seas tú. Pensándolo bien, eres mi mejor amor imposible, eres mi mejor sufrimiento, mi mejor desgracia, mi mejor tristeza. No es mazoquismo ni nada parecido.

Triste-mente, tú. Feliz-mente, de que seas tú.




De amor no se muere. Pero tampoco se quiere seguir viviendo.


Ciao.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Otro relato

Stephanie abrió sus ojos más de lo normal. Ambas pupilas estaban temblorosas, brillantes, acalladas e irradiaban ternura.

Abrió sus ojos como respuesta al nerviosismo que le provocaba tener tan cerca al chico que consiguió que la noche anterior ella pensase en él excitada, justo antes de dormir. Sí, cerró sus ojos excitada, con un deseo ardiente recorriendo su cuerpo por sentir una caricia de aquel chico. Cuando él se acercó sin dar aviso para susurrarle algo al oído, ella quiso atrincherarlo con un beso y saciar de algún modo la ansiedad por hacerlo suyo. Pero decidió sólo quedarse inmóvil. Decidió no actuar, sólo dejó que su cuerpo reaccionase tal cual quisiera y notó que quedó a punto de experimentar un orgasmo. Esa respuesta erótica que sólo podía ser provocada por un estímulo sexual lo suficientemente fuerte e inteligente. Un orgasmo que ella anhelaba. Ella deseaba hacía varias noches que él provocara un éxtasis de placer en su organismo con sólo verla, con sólo acercase. Sería un privilegio. Quizás él no la tocase si quiera, talvez una mirada, de pronto acariciar sus labios, algo, sólo una buena excusa para dejarse enloquecer por el placer que por alguna misteriosa razón le daba ese hombre sólo con estar allí.

Las personas creen que no es común que las mujeres deseen. Y se equivocan. Las mujeres desean con más intensidad que los hombres, sucede nada más que ellas son menos obvias y sus deseos son más puros, más infundados en una atracción existente, que en la necesidad de satisfacer un simple capricho carnal.

Stephanie constantemente lograba excitarse mucho con sólo pensar en lo que podía haber pasado y no pasó. No conocía aún con certeza qué era lo que le gustaba del chico, era un misterio que sólo notaba al ver el fulgor de sus ojos. Estaba dispuesta a entregarle su cuerpo, dejarse poseer por ese hombre que misteriosamente hacía emigrar pasiones sin inhibición de su ser.

Una tarde de lluvia por fin se besaron. Al principio fue una caricia boca a boca muy suave, después fue algo más apasionado. Se sintieron el uno al otro. La última vez que él la beso con ternura, ella tuvo un orgasmo que casi hace que pierda el control en la calle. Él sólo susurro un “te amo” y eso hizo que ella culminase la fase del preámbulo sexual. Ese “te amo” que es más excitante que cualquier penetración para la mujer. Ese “te amo” que logra una revolución sentimental y carnal en las mujeres, especialmente si tienen la sensibilidad a flor de piel como Stephanie.

En ese momento, ella contestó ese “te amo” con un “quiero que me hagas tuya”. El chico no supo qué pensar, pero definitivamente sus ideas se alejaron de lo sublime y lo espiritual, que era a lo que ella se refería. Es que ella no hablaba del mero ejercicio del coito, sino de determinar su cuerpo y a caso su alma a ser de ese chico que consiguió todo de ella, cuando no pidió nada; que excitó su cuerpo, sin siquiera tocarlo. Él no sabía, como la mayoría de los hombres, que la forma de enloquecer a una mujer y despertar su sexualidad, radica en lo opuesto de lo que casi todos creen.

Una rosa, es un símbolo de amor. Un simple presente para un hombre, pero para una mujer puede convertirse en el artefacto que la haga tomar una decisión trascendental. Es más que un presente, es algo tan romántico que consigue excitar su cuerpo. A diferencia de los hombres, las mujeres tienen una conexión casi directa entre lo sexual y lo romántico. Es por eso que son mejores amantes, más intensas y mucho más fieles.

Ella tuvo un orgasmo sin pensarlo, aunque lo deseaba. Después vino otro y justo cuando estaba por reponerse, apareció el tercero.
No se trataba de un beso, tampoco de una caricia y el asunto más importante ni siquiera eran los orgasmos en sí, se trataba de una conexión más importante, de hacerle saber al chico que era suya, que podía pedirle cualquier cosa y ella lo haría; se trataba de mezclar lo confuso con lo extraño, era una comunicación sin palabras, darse un abrazo. A ella no le importaba nada, sólo quería darse, tenerlo dentro de ella aunque fuera por unos segundos. Ser su amante y su amiga. Stephanie sentía nervios, confusión estomacal y una revolución dentro de sí al sentir al chico cerca. Soñó con él un par de veces, lo veía acercarse, acariciarla sin sentido y hacerle el amor con fuerza. Nunca se atrevió a contarle ese sueño, era su secreto más íntimo, de esos que acompañan a las mujeres hasta la tumba…

Continuará…

jueves, 17 de septiembre de 2009

EXTRACTO DE LIBRO

EL SIGUIENTE ES UN EXTRACTO DEL LIBRO QUE INTENTO ESCRIBIR. ES UN MOMENTO EN UNA DE LAS PARTES TRASCENDENTALES. LO DEJO COMO UNA EXCLUSIVA. JA!


Él se perdía en su mirada sin saber a dónde lo llevaría el deseo creciente que lo apabullaba adentro de sí. Ella intentaba mantener la calma pensando en no querer arruinar el momento. El chico decidió acariciar con sus dedos todo el contorno de los labios de la bella mujer que tenía enfrente. De pronto, se detuvo para verla otra vez y con sus dos manos sintió la forma del rostro de la chica. La acarició como probablemente sólo saben hacerlo las mismas mujeres. Él quería besarla pero sabía que al hacerlo terminaría con la magia, con ese deseo, con la ilusión, pues sus ganas se transformarían en realidad. Esa realidad que nos somete a la rutina, la vida real de la que todos quieren huir, por más bella que le parezca a los demás la de cada cual.

Mientras él acariciaba suavemente los labios de la chica, ella cerró sus ojos y palpitó más rápido, sintiendo una agonía recorrer todo su cuerpo. Se sintió un poco débil, vio su derredor opaco, creyó que se desmayaría, sudó y finalmente sonrió. El placer se apoderó de su organismo; ella quiso que él la poseyera, deseó entregar su alma, quiso besarlo, hacerle saber que era toda suya, que si él quería, podría convertirse en su dueño. Pero esos pensamientos eran contravenidos por el pudor, por la pena, por la quietud y la conciencia de que quizás a lo largo de cinco años muchas cosas pudieron haber cambiado.

Él se aproximó a su boca tanto como pudo pero sin tocarla. Ambos sintieron el aliento del otro, anhelaron rozar sus labios, juntarlos…de pronto él tomó el rostro de la chica entre sus manos, la vio fijamente a los ojos y sonrieron. Él dijo “hola” y ella rió como chiquilla. El erotismo se disipó y platicaron con copa de vino en mano sobre cosas vanales. “¿Cómo estás?”, “¿qué has hecho?”, pero ninguno se atrevía a cuestionar sobre el estado civil del otro.

De necesitar a alguien

¿Has sentido el deseo de hablarle a alguien, de comunicarte con esa persona por cualquier medio pero sin poder hacerlo? Esos momentos donde anhelas con toda tu alma marcar el teléfono para escuchar su voz al otro lado, pero que por cualquier razón simplemente no debes – o no puedes – hacerlo.

Ah cosa rara y maleficio extraño. No sé por qué.

En estos días estoy tratando de obligarme a escribir porque necesito terminar por primera vez un proyecto literario con ambiciones de tener sentido, no sé si sea una novela, pero en definitiva me gustaría imprimirlo tal si fuese un libro. He escrito muchas cosas pero termino por no concluirlas, y no por falta de ideas, sino simplemente por dejadez. Así que ahora he decidido obligarme. Definitivamente, como ya lo dije antes, será algo de lectura básica, simple, pero que estaba necesitado de hacerlo así porque siempre quise que así fuera. Deseaba tocar ese tema que tan neciamente se repite en mi mente.

Y será un escrito corto, no muy largo, que tiene sus momentos literarios interesantes y que también contiene parajes increíbles, talvez irrazonables, pero que en definitiva, llevan algo de mí. Y eso me emociona.

Pero mencionaba ese sentimiento de querer comunicarte con equis o yé persona porque he estado tratando de palpar las emociones de cerca. Recientemente alguien me dijo que había rogado a otra persona y me emocionó saber que ella había experimentado esa situación. Rogar, mis queridos, no es degradante ni nada por el estilo, es un acto de honestidad y de éxtasis sentimental. Pobres los que no han sufrido por una mujer o por un hombre. Llorar, necesitar a otra persona.

A veces también nos toca experimentar ser rogados o que alguien se enamore de nosotros – generalmente esto les sucede a las mujeres, porque las chicas suelen no decirle a los chicos que se enamoraron de ellos, por miedo a salir lastimadas o que no sean correspondidas; en cambio uno de hombre sí debe arriesgarse aunque salga con el corazón hecho pedazos, de ahí que con el tiempo nos volvemos un tanto insensibles, a raíz de tanta desilusión y rechazo; ajá! – y es una experiencia por demás interesante. Claro, más que una mera vivencia, es una gran responsabilidad y un privilegio, especialmente si la otra persona muestra sentimientos sinceros.

Así que la montaña rusa de las emociones hay que disfrutarla tal cual. Aprender a reír hasta que nos duela el estómago, a llorar hasta que se nos sequen las lágrimas, a rogar cuando necesitemos a la otra persona. En fin, desnudar nuestra alma.

Me reclamo constantemente a mí mismo porque al ser honesto y hablar las cosas como las estoy sintiendo, estoy dando un pase “all access” a mis sentimientos y pensamientos, y eso implica quedarme desarmado. Cuando tú dices a alguien “me gustas mucho” o “te amo”, te quedas desnudo o desnuda emocionalmente. Te muestras y te pones prácticamente a disposición de la otra persona. Te expones a ser lastimada o lastimado, pero también te arriesgas a ser correspondido o correspondida. Así que si te toca que no te correspondan, relájate, es algo normal. Y si la vida te da el privilegio de compartir sentimientos, aprovecha ese regalo. De todas formas, lo más importantes es decir “te amo” o “me gustas mucho”, porque eso dejará satisfecho a tu corazón, sencillamente porque se es más feliz amando, dando.

Así que cuando sientas el deseo de llamar y no puedas hacerlo, disfruta apasionadamente eso. Quizás mañana puedas llamar, pero ahora aprende de esa situación. Súbete a la montaña rusa de las emociones – con responsabilidad – y verás que no todo es tan malo como parece.

lunes, 14 de septiembre de 2009

FELICIDADES GUATEMALA

El 15 de septiembre de 1821 Guatemala firmó el acta de independencia de la Corona Española. En ese entonces, el Reino de Guatemala era conformado por todos los países de Centroamérica (excluido Panamá). La idea de independizarse de España, era anexarse a México, tal cual sucedió a partir de tan histórica fecha. Guatemala se unió a México, por lo que el país Azteca pasó a ser conformado por toda Centroamérica y obviamente por el propio territorio mexicano (inclusive algunos estados de los actuales Estados Unidos de América). En los próximos meses hubo cierta tensión pues los entonces departamentos de lo que anteriormente era el Reino de Guatemala (estamos hablando de El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica), se negaron a ser parte de México, no por algún problema en ser mexicanos, sino que entendían como independencia, separarse y precisamente dejar de depender de otra nación.

Así que a raíz de todo eso, se dio la separación de Guatemala de México, dos años más tarde, o sea, en 1823. Eso es lo que dicen, como dijo alguien en el curso de historia “yo no estuve allí”. Seguramente en México cuentan la historia de otra manera, en Costa Rica de otra y así en cada país. Inevitablemente eso sucede porque hay historiadores distintos, con hipótesis distintas.

No importa.

Lo cierto es que en la actualidad el Estado de Guatemala (ya sin Belice), es lo que es. Dejamos de ser Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y pasamos a ser sencillamente Guatemala.

Antigua Guatemala, patrimonio cultural de la humanidad declarada por la UNESCO.

Petén con sus múltiples parques y sitios arqueológicos de origen maya, la Reserva Natural de La Biosfera Maya, patrimonio cultural de la humanidad, también.

El altiplano donde se respiran las tradiciones indígenas. Livingston, donde se encuentra el caribe guatemalteco, gente de origen africano, con un idioma (garífuna), muy particular y distinto al resto de los 23 idiomas (inclyendo el español y el xinca).

Playas de arena negra por su origen volcánico. Cuatro volcanes activos durante todo el año. Tenemos a disposición la costa del pacífico y la del atlántico. También tenemos playas de arena blanca. Reconocida mundialmente por la práctica de la pesca del pez vela, ganadora recientemente de un premio por ser un país sobre saliente en la observación de aves. El país con más micro climas en el mundo. Tenemos la tercera universidad de América (la tricentenaria Universidad de San Carlos de Guatemala).

Por supuesto, hay cosas feas y malas. Somos uno de los países más desnutridos y analfabetas del continente. Tuvimos 26 años de conflicto armado interno que dejó como saldo miles de muertos y desaparecidos. Un país donde la pobreza extrema y la hambruna se respiran a diario, inevitablemente un país del tercer mundo y con muchas cosas por mejorar.

El 15 de septiembre se celebra la independencia que no se dio, pues nuestros antepasados planeaban separarse de España para depender de México. Para mí, es sólo la excusa de sentirme más guatemalteco, de respirar sus sabores (kak – ik, subanik, caldo de res, caldo de gallina, caldo de pata, pepián, jocón, chojín, chuchitos, chepes, tayuyos, atol de elote, arroz en leche, rellenitos, chiles rellenos, etcétera, etcétera, etcétera), para sentir sus tradiciones y sentirme privilegiado de haber nacido en el país de la eterna primavera, el único donde vuela el quetzal y como dice el himno nacional (segundo más bello del mundo): ojalá que, algún día, remonte su vuelo, más que el condor y el águila real.

Felicidades Guatemala.

A veces

A veces lloro. Y a veces también río. A veces extraño. Y a veces también odio. A veces no sé quién soy. A veces no entiendo ni qué hago. Pero eso sólo pasa a veces. Esas veces en que me encuentro, me descubro, me conozco mejor, me desaparezco, me inclino. Esos raros momentos en que dejo de ser quien era y desconozco lo que está sucediendo.

A veces he creído que soy insensible y a veces razono que en realidad siento demasiado, siento todo, de todo, padezco de ser excesivamente sentimental, mis sentidos se afinan, se agudizan y pasan a percibir hasta lo que no se ve ni se entiende. Esas cosas que no tienen nombre, que sólo suceden y se sienten. Punto.

De la necedad, la ansiedad, la pasión, la locura y el destino

Iniciaré diciendo que personalmente soy necio, ansioso, apasionado, loco y creo en el destino (no creo que él maneja todo, pero sí me parece que controla ciertas tretas). Soy terco, incansable, voluble, apasionado, soñador, desesperado y desesperante.

En fin, la cosa importante es mencionar que a veces uno desea hacer algo, seducido por las ganas, la ansiedad, el deseo y sencillamente el destino ya planeó otra cosa. El destino se encargó de jugar con sus caprichos, de hilar una tela distinta de la que uno había planificado.

No sé si todos han tenido la experiencia de ver fijamente los ojos de otra persona, quien sea, pero para mí resulta una de las cosas más gratificantes. Te adentras en sus sentidos, en su vida, en su alma y descubres muchas cosas. Obviamente el asunto es más espectacular todavía si miras los ojos de alguien que te agrada, te gusta o de quien estás enamorado.

Si te agrada, pues te sentirás feliz y será divertido ver fijamente el brillo, fulgor y tamaño de sus ojos.

Si te gusta, querrás acercarte más y más, hasta rozar su cara.

Si estás enamorado, acercarte quizás no haga falta (aunque sería un complemento excepcional), bastará con observar durante algunos minutos y darle un abrazo, eso te llevará al éxtasis.

En definitiva es toda una experiencia conseguir penetrar en la mirada de otra persona. Te adentras, te insinúas, te relacionas, te enajenas en los sentidos de esa gente que decidió verte también. Una mirada recíproca, un deseo mutuo.


¿Qué relación tienen las miradas con la necedad, la ansiedad, la pasión, la locura y el destino?, pues para mí ha resultado una relación directa, estricta, ínfima.

Y punto. Ahora pues ya no podré más. Talvez nunca vuelva a ver a otra persona a los ojos, porque me asaltará el recuerdo de un momento pasado que no se concretó o quizás lo logre hacer, talvez me adentre en su alma y posea sus sentidos aunque sea por unos instantes, talvez me adueñe de ella por escasos minutos. Y habrá valido mucho la pena. ¿De qué estoy hablando?, no me queda claro. ¿Quién soy?, no consigo entenderlo.

Ah destino raro. Quizás en otra vida. Quizás nunca. Así es esto. Mejor sólo el deseo, mejor sólo las ganas, eso hará que todo sea perfecto, porque está idealizado en nuestras mentes.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Pensar en tí

Estaba pensando en tí. Y cuando lo hago vienen muchos recuerdos a mi mente. Muchas ideas se asoman sonriendo, como quien no quiere la cosa, pero a sabidas que pueden causar grandes efectos en mí.

Pensaba en tí, sólo de paso. Pensaba en muchas cosas y de pronto tu idea apareció en mi mente. Tu recuerdo, mi pasado, mi presente.

Tú. Mi mejor regalo.


Pensar en tí es una bendición. Es una tortura, también. Es desear tenerte y también querer ni siquiera encontrarte para evitar sufrir. Pensar en tí es amarte y odiarte. Es sublime y es idiota. Es ir y venir.

Pensar en tí es verdad y es mentira. Es entender, conocer, disentir. Pensar en tí es dolor y es alivio.

Pensar en tí de verdad es algo complicado para mí. Es miedo, pavor; es sonrisa, es amor.


No sé con precisión qué es. Se siente feo y bonito. Es divino y diabólico.





Te pienso. Te olvido.

Pensarte, es amarte. Pensarte es haberme ido. Pensarte es no tenerte a mi lado. Pensar en tí es desear tu presencia, extrañar tu recuerdo, ese recuerdo que se aleja lentamente para desaparecer.


Al tiempo. Sí. Todo pasa y también todo queda.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Resultó ser positivo

Los resultados de la prueba arrojaron tajantemente la sentencia: POSITIVO. No cabía la menor duda, los síntomas eran reflectores fieles de la realidad que ahora era imposible revertir. Miles de ideas y recuerdos pasaron por su mente. Quiso llorar y pensó en qué diría la gente. Como siempre, ese miedo estúpido de qué van a pensar los demás. Jugar con fuego fue la peor decisión; dejarse llevar por las pasiones desordenadas provocó que ahora la muerte circulara en su sangre.

Los médicos dijeron que no viviría más allá de un año. La familia se compungió, nunca hubieran imaginado que la menor de todas resultaría infectada. Nadie daba crédito a lo que estaba sucediendo. Ella no consiguió establecer quién había sido el portador – transmisor de su pena. No lograba saber quién de todos con los que había estado podría padecer del síndrome.




La pequeña historia antes relatada es un hipotético caso de una chica con una vida sexual desordenada, pero hay miles, quizá millones de personas que han sido infectadas por diversas causas sin tener responsabilidad directa o sin siquiera haber tenido el chance de evitarlo. Ánimo, en sus venas todavía corre vida, esa vida que desafía a la muerte todos los días.
En Guatemala, miles de personas se contagian de SIDA cada año. Indudablemente es una pandemia que podría evitarse, pero que cada vez resulta peor. Madres solteras, hijos huérfanos y muchos dolores. Sé que no sirve de algo, pero me gustaría saludar atentamente, con abrazo incluido, a quienes son portadores del síndrome de inmunodeficiencia adquirido.

Te dedico mis palabras

Te quiero dedicar las próximas palabras que escribiré. Quiero ver tu rostro dibujado en mi mente mientras escribo cada letra, quiero sonreír sin razón aparente, sentirte mía y sentirme tuyo.

Tengo la ilusión de saber quién eres. Descubrir qué guardas en tu corazón, cómo piensas, a qué sabes. Quiero intentar comprender por qué apareciste en mi vida aquel día, sin avisar y de golpe. Me gustaría disipar el montón de sentimientos amuchados en mi corazón, esos sentimientos que reclaman agónicamente el exceso de trabajo que han tenido en los últimos días.

Estas palabras, que no serán mucho, quiero dártelas. Ahora puedo ver tu sonrisa en mis memorias, siento tu piel sobre la mía y recuerdo cuando recliné mi cabeza en tu hombro encontrando cobijo maternal, femenino; reaccionaste de la mejor manera, apretaste duro mi mano, me abrazaste y quisiste decir algo que no fue necesario. Me gusta verte como te ví, timoratamente, con gran deseo de tenerte. Me gusta hablarte como te hablé, sin mediar una sola palabra. Me gusta tu sonrisa cuando reacciona ante mi acercamiento. Me divierten tus nervios al proponerte el secuestro de un beso de tus labios. En fin, sólo quería demostrarte que cuando pienso en ti, los sentimientos afloran, las palabras fluyen y mis manos no pueden dejar de escribir.

Siempre que te pregunto respondes “sí, lo sé”. Hoy te volveré a cuestionar al respecto: ¿ya lo sabes verdad?, te amo.




Post data. Antes que alguien se acerque a preguntarme sobre a quién me refiero en este post o de dónde fluyó la inspiración, mi respuesta es que la inspiración siempre está allí, sólo está esperando encontrarte trabajando. Y no hablo sobre alguien precisamente, sólo dejé que los latidos de mi corazón se aceleraran, pensé en varios momentos de mi vida y en varias personas que me gustan. Yo no me enamoro, por el momento.

De mí

Una sonrisa y una mirada. Una palabra y un beso.

Hace muchos años yo escribía en un viejo cuaderno con espiral mientras tenía períodos libres en el lugar donde estudiaba. Escogía una esquina apropiada para acomodarme y empezaba a observar el panorama como excusa para inspirarme. Veía a las chicas subir y bajar gradas, caminar presurosas de un salón a otro; unas me gustaban, otras no tanto y algunas, definitivamente no. En esos años, escribí algo que hablaba sobre un beso. Decía “un beso significa amor, pasión, amistad, todo o nada”. Y lo recuerdo muy bien. Recuerdo que por ese entonces los compañeros y compañeras parecían obcecados por tener a quién besar; he de suponer que era el despertar a nuevas sensaciones y eso motivaba tal situación.

No digo que yo estuviera exento de esos deseos corporales, sólo estoy describiendo la situación en la que en aquel entonces me encontraba. En realidad siempre sufrí escuchando comentarios abusivos, machistas y poco hombres de varios de mis compañeros; ellos eran gente agradable, pero en definitiva al momento de hablar de chicas, perdían toda gracia y se comportaban vulgarmente, como no lo merece ninguna dama. Pero no digo eso para que ustedes piensen que soy muy educado o para sacar un “ay, qué lindo” de las mujeres, lo digo porque en medio de ese entorno, yo escribía y escribía tratando de encontrarle lo sublime a la práctica del beso que se degeneraba a mis alrededores.

O sea, mientras la mayoría solía buscar a quién besar, yo trataba de conquistar a una chica de la forma más romántica posible, aunque como era de suponerse, no me funcionó. Por supuesto, hubo quizás cuatro chicas que me interesaron de forma digamos “sobresaliente”; las cuatro, debo decir, inicialmente dijeron que yo les atraía, pero al momento de acercarme, se esfumaron. A lo mejor notaron que no era tan interesante como parecía de lejos (callado, como dijeron todas), talvez porque ese toque melancólico, romántico, poético, ambiguo de escribir resultó simplemente aburrido o quién sabe, de pronto se asustaron porque yo siempre fui muy serio en mis pretensiones. Nunca me gustó jugar; desde pequeño solía ser serio, razonador y planificador. De hecho, siempre imaginé que la primera novia que tuviera, sería la única, pero no se pudo.

Me gusta divertirme por supuesto. Pero eso no tiene relación con aprovecharse de las chicas. Lo más importante es proteger los sentimientos de la gente. El amor, mis queridos, como lo he dicho tercamente, no se razona. Lo que debe razonarse son las decisiones que se toman alrededor del amor y de los sentimientos. Debes tomar decisiones inteligentes, pensadas a partir de un hecho ilógico, inexplicable y divertido: el amor.

Pero para sonar menos filosófico y retomar la razón de este post. Aquel cuadernito, se lo regalé a la chica que inspiró iniciar a escribirlo. En realidad ella sólo era la excusa, yo amo escribir y a las letras, tanto como a una mujer. No sé si tiró el “testamento”, como lo bautizó ella, si lo guarda en un lugar especial o si simplemente se perdió. Pero a la verdad, no me importa. Ese cuaderno contenía una parte de mí y contenía la descripción de una necesidad por ella.

Después escribí otro, ya un poco más grande y relativamente maduro en la literatura. Se lo regalé a mi mejor amiga, que por aquellos años había despertado algunos intereses románticos en mí. Seguramente ella lo extravió, pero yo no soportaba tener ese cuaderno conmigo, necesitaba darlo.

Y ahora, estoy aquí, sin cuaderno de espiral, pero con un web site, dedicándole estas palabras a quienes diariamente toman la decisión de leerme. Un abrazo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

De eso

Piensas en esa persona cada dos minutos. Imaginas qué estará haciendo. Inventas qué diría él o ella en determinada circunstancia. Te sorprendes a ti mism@ con deseos de querer llamarle, enviarle un e-mail o un mensaje de texto. Sonríes solo, como loco, suspirando por ese ser que ha dominado tus sentidos últimamente.

Haces un rápido análisis mental y te percatas que en los últimos días, semanas, meses (o años en algunos casos), esa persona ha estado sin tregua en tus pensamientos, es más, ha dejado de ser “lo que ocupa tu mente”, y se ha convertido en tu único pensamiento. Está en la mañana, está en la tarde y está en la noche. Tratas de hacerte creer que no tienes una obsesión, sino que es más bien algo normal, un deseo natural por la amistad que tienen.

Miras varias veces sus e-mails, sus mensajes de texto. Tratas de analizar cada palabra que dijo la última vez que hablaron, te preguntas “qué quiso decir” o “qué estaría pensando”. Piensas varias veces en sus palabras, sonríes.

Finges querer ser sólo su amigo, cuando ella te dice “para eso somos los amigos, ¿verdad?”. Tratas de establecer límites y reglas en el tiempo que dedicarás para pensar en ese ser tan especial, el tiempo que ocuparás en verle y los minutos que le hablarás. Notas que has estado haciendo todo lo posible por coincidir en algún sitio sólo para estar cerca.

Esas cosas pasan. La música parece que toda ha sido inspirada en ti y en él. Antes de dormir ríes pensando que quizás esa persona también piensa en ti justo antes de cerrar sus ojos.

Y a veces, sólo a veces, te cae de golpe el sentimiento que todo eso tú lo imaginas. Notas que no le gustas, que sólo es amable, te sientes mal y se repite el mismo ciclo.

Pero, mis queridos, es importante que yo mencione que amar es dar, NO RECIBIR. Por supuesto, parte TRASCENDENTAL de las relaciones amorosas es también RECIBIR, es que exista esa reciprocidad. Pero en definitiva, el vínculo perfecto que es el amor, tiene su parte más reluciente en el hecho de DAR, de ofrecer algo. O sea, amar es servir y dar. Ahora, para vivir en pareja se necesita recibir también, que los dos se amen, y que dos se amen, quiere decir: que los dos den y que los dos reciban.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

LA MUJER DE MIS SUEÑOS

Una amiga me dijo alguna vez: “siempre que no sepas qué decisión tomar o que haya una tentación muy fuerte, recuerda y piensa en la mujer que siempre has querido para tu vida”. No supe que decir, pero sé que fue una solución muy atinada.

La mujer de mis sueños no es un prototipo. No es una chica con determinadas medidas o color de piel y cabello. La mujer de mis sueños es la que sobrepasa mis realidades. Es la que no es perfecta, pero sí es exacta para mí. Y esa exactitud no se mide en las similitudes de caracteres, sino precisamente en las diferencias.

Por supuesto que si fuera muy parecida a mí, congeniaríamos más fácil y rápidamente nos enamoraríamos (supongo). Pero yo creo que las grandes atracciones surgen de las grandes diferencias; por supuesto, debe haber un punto de enlace, de conexión, un punto donde converjan las vidas del uno y del otro. Quizás ambos aman con toda su alma una profesión, quizás aman un atardecer playero, talvez los dos adoran escalar montañas, LO QUE SEA SIRVE.


Soy un hombre que se equivoca. Soy un hombre que no le gusta equivocarse. Soy un hombre que le tiene miedo al sufrimiento y al dolor provocado por malas decisiones, por equivocaciones. Soy un hombre con esos mismos miedos que TODOS tenemos. Pero por supuesto que eso no limita mi actuar. El que no corre riesgos, no alcanza muchas cosas. Y ese “no limitar mi actuar”, no implica una vida en desorden ni probar de todo justificándome con esa frase. No limitar mi actuar quiere decir vencer el miedo, sobreponerme a ese pavor a las cosas nuevas, perfectas y buenas, e ir tras ellas; no limitar mi actuar es ir tras algo. Conquistarlo.

Me río y disfruto cuando noto que la mayoría de personas solteras (a partir de la adolescencia) están preocupadas por encontrar una pareja romántica. Normalmente para “sentirse especiales” o “porque me gusta”. Nunca una respuesta inteligente, nunca un razonamiento más interesante. El amor, mis queridos, efectivamente no se razona. Pero las decisiones que yo tomo hoy determinan mi futuro. Claro que hay que pensar que esa persona será la madre de mis hijos, la abuela de mis nietos, la nuera de mis padres, la tía de mis sobrinos y la cuñada de mis hermanos. Y la familia es importante. La convivencia diaria. Esa convivencia de la que no habla Hollywood en sus grandes producciones cinematográficas de romances y que va más allá de la pasión, que es mucho más profunda que los besos, las cosas románticas o las mismimísimas relaciones sexuales. Es la vida diaria. Tener que despertar con alguien a tu lado con mal aliento y con un aspecto muy distinto al del día en que te flechó. Tener que soportar sus costumbres tan raras y distintas a las tuyas, su mal carácter que no manifestó cuando se empezaban a conocer. Tener que encontrarte con la montaña de cosas malas y feas que tiene esa persona, esas cosas que uno prefiere ocultar para que los demás nos vean perfectos, aparentar algo que no somos. Eso que no está en las novelas, en los libros ni en ningún lado. La vida real.

Claro, ¿para qué escribir de la vida real?, mejor inventar un mundo de fantasía hollywoodense o de Disney. Es mejor así. Así nos escapamos un poco.


No se trata de quién me gusta. Tampoco se trata de con quién quiero vivir, sino de con quién PUEDO VIVIR. Sé que ya he dicho eso más de una vez, pero lo seguiré repitiendo, porque esa es mi certeza, no otra cosa. Yo puedo querer vivir con alguien que me gusta, pero talvez mis gustos no son compatibles con mi carácter y el suyo, y PUNTO!

No está mal que la persona que te gusta, no congenie contigo. Ni está mal que alguien con quien te llevas muy bien y es del sexo opuesto, no te guste.

Personalmente tengo amigas, y escasos – por no decir que no tengo – amigos. Y aunque no sé con precisión a que se deba, sí se decir que no todas mis amigas me atraen románticamente. Todas son bonitas. Les puedo decir que las quiero, les puedo decir que me gustan (entiéndase: mis gustos las perciben bonitas, no va implícito un amor romántico) y seguimos siendo amigos.

La mujer de mis sueños. ¿Qué esperabas leer, una descripción de una persona, el nombre de alguien, perfeccionismo, idealismo? No. El amor no se razona, pero es inteligente. Las decisiones (tal como con quién me quedaré el resto de mi vida) SÍ SE RAZONAN, SE PIENSAN Y DEBEN ANALIZARSE LENTAMENTE, porque define mi vida y sé que todos queremos una vida feliz, próspera, mejor que la que siempre hemos tenido.


Sibalaj utz.