domingo, 27 de diciembre de 2009

Quisiera

A veces quisiera que eso de enamorarse fuese algo sencillo, tal como decidir ir al centro comercial o no ir.

Me gustaría que no pudiésemos sufrir por un amor. Sería genial si el corazón (entiéndase cúmulo de sentimientos y emociones) no deseara con todas sus fuerzas amar a una determinada persona; que no fuera tan necio, que simplemente escogiera de lo que le es permitido. Sería algo muy bueno que uno no se enamorase de la persona que no se enamoraría ni en mil años de uno.

Quisiera no tener el deseo de besar a una chica que no se acercaría tanto a mí ni por necesidad. Quisiera no querer abrazar a alguien que se siente incómoda con ese contacto conmigo. Quisiera simplemente que amar fuese diferente. Quisiera que todo fuese un poco más fácil, no pido nada regalado, sólo que todo tuviera lógica o algún sentido inteligente. Que el amor pudiera planificarse, detallarse, leerse, escribirse, olerse o al menos, sencillamente comprenderse de algún modo.

Quisiera eso.



Pero definitivamente jamás cambiaría las mariposas en el estómago al verla venir, los nervios alborotados de sólo pensar que ese día la veré. Nunca, ni en un millón de años cambiaría el hecho de temblar cuando quiero hablarle y que ella sonría al percatarse de que mi tartamudez es precisamente por su sola presencia.

No, no cambiaría el beso que le robé y que aunque le molestó al principio, después, horas más tarde, no podía olvidar. Jaja, me parece que sencillamente no dejaría de abrazarla por detrás, ante su sorpresa, que al principio le pareció un atrevimiento, pero pronto comprendió que yo la necesito.


Así que no. No cambiaría nada en realidad.

Quisiera que todo fuera diferente, pero no. Lo único que sí quisiera es que ella me amase tanto como yo a ella. Deseo con todo mi corazón que ella se enamore perdidamente de mí y sienta lo que yo siento, y no por tenerla conmigo, si no porque un ser tan espectacular merece enamorarse.


Ahora que lo pienso, más bien quisiera nunca comprender el amor. Quisiera sentir toda mi vida mariposas en el estómago al verla venir de la brazo de nuestros nietos, quisiera temblar al sentirla a mi lado cada día al despertar; quisiera robarle besos mientras cocina la cena de año nuevo o del cumpleaños de nuestro hijo mayor; quisiera seguir emocionándome TODA MI VIDA de saber que ella, ELLA, SIEMPRE ELLA, es la mujer de mis sueños.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

...

Tengo una sonrisa dibujada en mi rostro. Pienso que es un poco por tu recuerdo y pienso que otro poco es porque he decidido que es mejor reír que llorar.

No te tengo y quisiera tenerte. No te veo y quisiera verte. Me gustaría saber de ti y no lo consigo.

Tengo intenciones de abrazarte y no lo logro, porque no me atrevo o porque te alejas de súbito.

Debo comprender que tú no quieres y que yo nunca dejaré de querer.

Los besos que tiras al aire, esos que regalas, esos subastados; me interesan, me seducen, pero me son lejanos.

Pensaba en el mensaje de texto que no contestaste y que soñé con que contestaras. En el día que estaba en el hospital y deseé con todo mi corazón que un milagro cósmico pasase y tú entraras por esa puerta blanca con flores; estaba recordando la vez en que había que escoger pareja para el baile y, por supuesto, no me elegiste. Recordaba el día que me despidieron por enviarte un e-mail, el cual nunca leíste, pero que yo lo envié porque quería recordarte que ese día, al igual que el anterior, te amaba.

Tenía en mi mente la llamada que hice para decirte "hola, te amo" y colgarte, pero que no sucedió así pues al ver mi número simplemente no atendiste. Pensaba en el día que llegué de sorpresa a tu casa con un ramo de rosas amarillas (las que te gustan) y que te encontré rodeada por los brazos de aquel tipo que un mes después te rompió el corazón.

Estaba recordando el día que te dije que te amaba a pesar de que tú no lo hicieras, sonreíste y me dijiste que no fuera tan ridículo.


Pensé hoy en el sueño que tuve el otro día, donde tú eras la necesitada y yo el necesario. Soñé que me amabas y para sorpresa tuya, un día de tantos, yo también te amé.


Sólo pensaba en esos momentos. Talvez porque hoy, por fin, después de tanto, has confesado que actuabas como idiota porque estabas enamorada y que te enamoraste como idiota de mí. Talvez porque hoy, estás en mis brazos y me besas sorpresivamente cada dos minutos. No sé, a lo mejor recordé eso porque te sigo amando intensamente y tú también. Porque me gustas y te gusto. Porque así es esto y así es aquello.


Esta no es una historia de desamor ni de amor. Es mi historia. Es tu historia. Es nuestra historia. Te amo.

Algo para decir

He tenido ideas en mi mente que no he logrado poner en letras. He estado el último mes por trabajo y placer a diferentes lugares de mi querido país.

Es emocionante eso.


Pero hay gente que siempre dice algo y hay gente que siempre tiene algo para decir. Yo considero que tengo algo para decir, al menos hoy.

AÚN TE AMO

Hola!

No sé cómo estás. Quizás extrañando a alguien en estas fechas. NO soy mazoquista, en serio que no. Pero hay una canción de Ricardo Arjona que recién escuché (aunque ya es viejita) y quería publicarla en este sitio. Quizás ya la hayas escuchado, quizás no te guste, quizás ahora te guste, y quizás, sólo talvez, te recuerde a alguien...





"Donde estés, creo que es justo que enteres que estoy bien, que sobrevivo; que vivo en la Calle Amores, piso seis, cuarto 28...y que ya no juego al fútbol por mi rodilla...

Que Manuel se casó y se fue pa' España, que fumo más y duermo menos, que hasta me dejé la barba y sobre todo que te enteres que a pesar de tus errores y los míos...AÚN TE AMO..., no sé si por idiota o por romántico, no sé si por novato o por nostálgico...AÚN TE AMO..., no sé si por iluso o fatalista, no sé si por cobarde o mazoquista pero te amo y no sé hacer otra cosa más que eso...



Aquí, todo sigue igual que antes, estoy solo como nunca, por eso escribo la presente y no pretendo que hagas nada, sólo quería asegurarme que supieras que AÚN TE AMO..., no sé si por idiota o por romántico, no sé si por novato o por nostálgico...AÚN TE AMO..., no sé si por iluso o fatalista, no sé si por cobarde o mazoquista, AÚN TE AMO..."

domingo, 6 de diciembre de 2009

PARA LLORAR

Mis queridos, los dejo con este espectacular fragmento, esta carta, quizás alguno la haya leído ya.



Es el texto vencedor de la III Edición del Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor:

“Bienes Comunes”, de Susana López Rubio.









Estimada Cristina:

Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal.

Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.


Cosas a conservar:

- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina.

- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.

- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.

- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.

- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho.

- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.

- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en Londres.

- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).


Cosas que puedes conservar tú:

- Los silencios.

- Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina.

- El sabor acre de los insultos y reproches.

- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío.

- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.

- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él.

- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.

- Jorge y Cecilia. Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener.


Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc.) solo comunicarte que puedes quedártelos todos. Al fin y al cabo solo son eso: objetos.

Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (910000000) para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.

Afectuosamente,

Roberto.